Por otra parte, debemos entender que somos para todos, y todos son nuestros, de tal manera que nuestro bien es bien recíproco y nuestro mal es mal recíproco.
Es primordial entender que la razón para toda la paz está en el amor, en ver en el otro nuestro igual, aun cuando haya bruma.Para alcanzar plenitud debemos haber hallado la paz, los dos.
Y la única paz reside en la "verdad de Ser", y en el amor.
En el A M O R ( no en la palabra,)
Para superar el Gran abismo- ese mal individual que nos estanca la re-evolución -, debemos entender nuestra humanidad y aceptarla, amando y tomando así la humanidad de todos los otros, haciéndonos ellos, y siendo ellos.
La verdad única que dictamina que todos los Seres deben Ser, es la verdad que hay que vivir, de ésta manera, no solo lograremos suceder y ser, sino que seremos con los otros, en los otros, surcando cada forma de su percepción, hacia una conciencia Una.
Así, hermano mío, es como se supera el abismo: No debemos dar el gran salto, sino hundirnos junto a la lampara del espíritu y voluntad, que nos harán semilla en la sombra, y brote hacia el Sol.
¿De donde viene la vida si no es desde lo profundo? Desde la oscuridad al destello, y del destello hacía la fuente de toda luz. Y más allá.
Toda lo que es inmundicia en ti, también es la maravilla del hombre que eres, si eres en amor, que es ver en todos tu ser y borrar el tú, y desvanecer el todo."
Abstraer de la realidad, para ver del plano exacto.
Mirar desde el plano exacto, la miseria de la realidad.
Abstraer de la inmensidad, para ver la nimiedad como un simple tacto,
entender que habrá final, para todo lo que Hemos formado.
Mirar desde el plano exacto, la miseria de la realidad.
Abstraer de la inmensidad, para ver la nimiedad como un simple tacto,
entender que habrá final, para todo lo que Hemos formado.
Así, las revoluciones comienzan por uno.
Se comienzan olvidando el hombre que eramos, y enfrentando su sombra y su yugo. Luego pasamos al discurso, a las ideas, a la palabra; a defender con fe ideales que el resto del mundo, perdido en su sino arcaico y decadente, contempla como impensables, imposibles y heréticos frente al sistema milenario que domina.
Allí sucede la pausa, que supone la ermita interior, el abandono de los otros, y la lucha final con el Yo interior, con el ultimo vestigio de nuestro fantasma humano. Desde ahí el adiós total a lo que todos han creído de nosotros, y al nosotros hecho para y por los otros-
La revolución se construye también con la sangre, con la batalla contra los miles de ciegos, la batalla contra nuestro Ojo ciego. Una revolución que no empaña el mundo con sangre- ha dicho un guerrero de antaño-, no es revolución.
Allí sucede la pausa, que supone la ermita interior, el abandono de los otros, y la lucha final con el Yo interior, con el ultimo vestigio de nuestro fantasma humano. Desde ahí el adiós total a lo que todos han creído de nosotros, y al nosotros hecho para y por los otros-
La revolución se construye también con la sangre, con la batalla contra los miles de ciegos, la batalla contra nuestro Ojo ciego. Una revolución que no empaña el mundo con sangre- ha dicho un guerrero de antaño-, no es revolución.
Sobre todo si nuestra sangre no se mezcla con la de nuestros hermanos, lo habitantes de éste mundo al borde de una guerra civil.
Las revoluciones comienzan por Uno, y de ahí esparcen, como una enfermedad, como una religión, como el miedo, o la vanidad del hombre.
Las revoluciones comienzan por Uno, y de ahí esparcen, como una enfermedad, como una religión, como el miedo, o la vanidad del hombre.
De amar se trata. Del amor se trata.
Del amor y de otros demonios iguales, dicen que se trata todo.
Al final no entienden de que se trata, lo otro.
Le dicen amor, pero le ignoran, le creen salvo conducto de la soledad,
de la libertad, y de la muerte. Pero más bien juegan al fraseo, a la palabra,
al resultado de parábolas con fines que proyectan felicidad efímera.
Demonio, dicen del amor, cuando en realidad ellos son esos monstruos que creen haber amado, y tan solo pisaron la barrera del deseo efímero que lleva a la ignorancia, y no al amor.
El mal, solo ignorancia. Sofía es la razón de toda razón, y por ende de todo Ser que debe Ser.
Amar, de eso se trata. Pero amar es ser en el todo, como una ráfaga incesante, en la que pululan cantos de amor a miles de doncellas más en todos los puntos del mundo. Un mismo suspiro a ese viento.
Ser en el sol. -en el beso, en el tacto, en el hijo...
-sangre.
-carne.
-espíritu.
...en el centro del pecho del otro. Ver en las garras, en las nervaduras y las alas, el mismo designio que nos dice ser.
Amar, latido del cosmos (en desorden.), latido del que se trata todo.
(mismo suspiro en el viento.)
-Del amor se trata todo para el hombre. Pero no se trata del amor al hombre-
Al final no entienden de que se trata, lo otro.
Le dicen amor, pero le ignoran, le creen salvo conducto de la soledad,
de la libertad, y de la muerte. Pero más bien juegan al fraseo, a la palabra,
al resultado de parábolas con fines que proyectan felicidad efímera.
Demonio, dicen del amor, cuando en realidad ellos son esos monstruos que creen haber amado, y tan solo pisaron la barrera del deseo efímero que lleva a la ignorancia, y no al amor.
El mal, solo ignorancia. Sofía es la razón de toda razón, y por ende de todo Ser que debe Ser.
Amar, de eso se trata. Pero amar es ser en el todo, como una ráfaga incesante, en la que pululan cantos de amor a miles de doncellas más en todos los puntos del mundo. Un mismo suspiro a ese viento.
Ser en el sol. -en el beso, en el tacto, en el hijo...
-sangre.
-carne.
-espíritu.
...en el centro del pecho del otro. Ver en las garras, en las nervaduras y las alas, el mismo designio que nos dice ser.
Amar, latido del cosmos (en desorden.), latido del que se trata todo.
(mismo suspiro en el viento.)
-Del amor se trata todo para el hombre. Pero no se trata del amor al hombre-